domingo, 11 de noviembre de 2012

Idiota(s) e indignante(s)


La "Línea Caseros"

El contexto de la disputa política Argentina actual se disputa entre modelos antagónicos: un proyecto histórico nacional y popular que necesita constantemente enfrentar a los poderes de facto (monopolicamente posicionados) para romper las cadenas económicas y culturales que han mantenido cualquier atisbo de soberanía en manos de los históricos dueños de la Patria Chica sarmientina, idea de progreso, sometimiento y genocidio elucubrado durante la generación del 80, mítico reservorio de los "ilustrados" de la izquierda abstracta y de los "civilizados" de la derecha neoliberal.
Estas usinas de poder concentrado, motivados a su vez en la construcción de una matriz cultural hegemónica en forma de "Historia Oficial" luego de la victoria liberal-oligárquica en la Batalla de Caseros, en 1852, de manera tal que presente un relato histórico de las patricias clases dominantes argentinas en detrimento de las grandes luchas y resistencias populares de las montoneras federales y caudillos provinciales, como así también presentando a un Juan Manuel de Rosas tirano y sanguinario. Pero la historia estaba en manos de los dueños patrimoniales de la Argentina, que con sus apellidos ilustres conformaron el diccionario del sometimiento en una dialéctica perversa: por un lado,observando la realidad nacional con un sentido europeísta de vanguardia; y por otro, excluyendo a las mayorías populares. El Puerto de Buenos Aires quedaba en manos de la oligarquía y Rosas muere exiliado en Inglaterra. La derrota cultural de las clases populares estaba firmada a sangre y fuego en 1853.
Esa construcción de pensamiento importado y análisis de los problemas nacionales desde la visión mecanicista de vanguardia europea (la llamada "Línea Caseros") determinó durante las primeras décadas del siglo XX una manera de hacer política. La Unión Cívica Radical gana las primeras elecciones democráticas y constituye su primer gobierno en 1916 a través del Presidente Hipólito Irigoyen. La Línea Caseros mitrista hacía mella en los intelectuales de la izquierda y de la derecha, como así también en los partidos políticos opositores que, desde diestra y siniestra, catalogan al gobierno popular de Don Hipólito como "fascista", "demagogo", "populista", "nazi", y demás consideraciones de tamaña envergadura.

El fin de la historia mitrista

El 17 de octubre de 1945, la historia argentina se vería sublevada por el subsuelo olvidado de la tierra. Columnas de trabajadores provenientes de distintos puntos del país se movilizaron hacia la Capital Federal exigiéndole al gobierno de Edelmiro Farrell la pronta liberación del General Juan Domingo Perón. Ese mismo día, a las 23:00 hs, Perón asomaba por el palco de la casa de Gobierno y se dirigía, con los brazos extendidos, a la marea de obreros descamisados que lanzaron un grito estridente cuando el hombre al que habían ido a liberar comenzaba con su épico discurso. Desde la altura del palco, Perón sonrió y esgrimió la palabra mágica: trabajadores. Comenzaba la hora del pueblo argentino, como así también, sus mejores años.
Tras la llegada del peronismo al poder, la fuerza de las mayorías democráticas, unidas a un proyecto de país que retomó las banderas de lucha derrotadas en la Batalla de Caseros, había encontrado en la política la herramienta de cambio y su propio motor histórico para disputar nuevas batallas culturales. Las corrientes de revisionismo histórico que surgieron para poner en quiebra la idea lineal-unilateral aceptada acríticamente durante décadas de consenso intelectual de  las clases dominantes aportan visiones olvidadas y soluciones concretas a los problemas nacionales.
Sin embargo, allí aparecieron -en ese contexto de ampliación de la participación política y sindical de las clases populares-, como consecuencia de la reacción revanchista de las gárgolas del status quo, los rasgos del “idiota argentino” que da título a este artículo, y que Arturo Jauretche denomina -de manera certera- "el mediopelo argentino".

Arquetipo del idiota argentino

Para comenzar con la antropología del idiota argentino, debemos acceder a la definición que el escritor español Fernando Savater enunció sobre este: “Idiota: Del griego idiotés, utilizado para referirse a quien no se metía en política, preocupado tan sólo en lo suyo, incapaz de ofrecer nada a los demás.”
Una nota en el medio Indymedia Argentina, profundiza en la explicación del origen de la palabra idiota, asegurando que la misma “deriva del griego idio (propio), para luego conformar la palabra idiotez, que era el término por el cual los antiguos griegos llamaban a los ciudadanos que, como tales, poseían derechos, pero que no se ocupaban de la política de sus polis, osea que eran personas aisladas que ignoraban asuntos públicos, sin nada que ofrecer a los demás y obsesionados por las pequeñeces de su casa y sus intereses privados”.

El 8N de los indignantes

Estas últimas semanas hemos sido testigos de la importancia que los principales medios de comunicación del país destinaron a la manifestación política opositora y poco espontánea del 8N, que contó con el apoyo de Cecilia Pando (una reconocida defensora de la última dictadura militar, del genocidio y del robo de bebes), Alejandro Biondini (Presidente de la agrupación nazi "Partido Alternativa Social"), Mauricio Macri (Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires), empresarios lobbistas, el Grupo Clarín, la Fundación Libertad, Hermes Binner (dirigente del Frente Amplio Progresista), Hugo Moyano (Secretario General de la CGT), Luis Barrionuevo (Sindicato de Gastronómicos) y Gerónimo "Momo" Venegas (UATRE), Elisa Carrio (dirigente de la Coalición Cívica ARI), solo por citar algunos. La lista de adherentes sigue.
En esta manifestación heterogénea (tanto en los sectores políticos que acompañaron como en la diversidad de las consignas vacías), se evidenciaron tres grados de participantes:

1) Los poderes de facto buscando esmerilar la imagen del Gobierno Nacional y propiciar una salida golpista (corporaciones mediáticas; lobby empresarial concentrado; grupos de presión económico; fundaciones financiadas por la derecha continental e internacional orgánica;capitalistas agrarios y patronales sojeras, etc, etc.).

2) Partidos políticos opositores en búsqueda de rédito electoral fracasaron en sus objetivos y sirvieron, una vez más, de fusibles de prueba de los intereses concentrados de nuestro país (la verdadera oposición política al Gobierno Nacional y Popular encabezado por Cristina Fernández de Kirchner).

3) La clase mediatizada movilizada a través de las “redes político-sociales”  y constantemente bombardeada por torrentes de datos que desinforman y deforman el entendimiento de la lucha política actual.


Quienes acudieron al último cacerolazo pasaron a engrosar la larga fila de lo que podemos denominar la "clase mediatizada", es decir, aquella clase social que por su presumida pertenencia a una pseudo elite cultural -anhelada pero nunca alcanzada-, observa con buenos ojos las miserias y las hipocresías de las clases acomodadas, adineradas, nostálgicas del menemismo, precursoras del individualismo y del "darwinismo económico" (sálvese quien pueda), mientras fustiga y juzga con pronunciamientos moralistas de cuarta a las clases históricamente excluidas que hoy encuentran sustento en un la construcción de un nuevo Estado por las políticas públicas de amplias conquistas sociales. ¿Por qué hablamos de clases mediatizadas? Sencillamente porque son los sectores medios de la sociedad que absorben acríticamente los postulados de la ideología liberal de los multimedios de comunicación que conducen los poderes de facto del país, como así también los receptores de los productos envasados de una comunicación burguesa que contiene mensajes violentos, racistas y profundamente estigmatizantes a las clases sociales que someten desde los efectivos aparatos ideológicos de los poderes culturales hegemónicos.